lunes, mayo 14, 2007

Introducción a la Sexualidad

Hola Estimado Visitante:

Aquí te ofrezco más información sobre nuestra Sexualidad la cual forma parte del "Manual Básico de Sexualidad Humana", y ojalá te sirva este (citando a dicho manual)
"recorrido por los diferentes aspectos de eso que tanto nos apasiona, pero que tanto ocultamos..."

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»INTRODUCCIÓN

Muchas veces nos hemos preguntado si nuestra sexualidad es “Normal” o no lo es. Partiendo del principio de que la normalidad como regla absoluta es difícil de definir, presentamos este trabajo, donde intentamos dar respuesta a interrogantes de todos los días y a otras no tan comunes. La intención es que su lectura, ya sea solo o en pareja, sea orientadora y por que no, abra nuevas posibilidades para disfrutar con responsabilidad, algo tan sublime e intenso como es nuestra sexualidad.

No hemos escatimado esfuerzos en presentar los temas lo mas claros y didácticos posible, por eso tocamos diferentes aspectos desde diferentes puntos de vista y donde nos fue posible, hemos agregado ilustraciones y esquemas para representar lo dicho. ¡Disfrútenlo!

»Historia del Sexo

A lo largo de la historia, la sexualidad humana ha adquirido connotaciones negativas y ha sido rodeada de un halo de misterio y secretismo porque se consideraba un bajo instinto, algo vergonzoso y censurable que únicamente respondía a una tentación, al vicio, al pecado.
La represión sexual impuesta por la Iglesia y la inferior consideración social de la mujer han condicionado enormemente la evolución de la conducta sexual del ser humano.

La masificación de las comunicaciones y los movimientos de los 60’s, 70’s y 90’s hicieron que el tema tabú se hable y practique libremente. Pero aun en esta época de las supercomunicaciones y de las comunicaciones “on line”, existe una gran porción de nuestra población que no conoce los aspectos más básicos de nuestra sexualidad.

Pero vamos por partes y comenzemos por establecer algunos conceptos previos:

»DEFINICIÓN DE SEXUALIDAD

La sexualidad es una función vital que influye sobre la conducta de los individuos y sobre las relaciones humanas en general. Afecta a todos los procesos fisiológicos y psicológicos del ser humano, aunque no es imprescindible para su supervivencia. Se trata de un impulso instintivo que atraviesa diferentes etapas a lo largo de la vida de los individuos y que es condicionado en gran medida por el entorno sociocultural en el que viven. Pero ante todo, la relación sexual responde a una necesidad de comunicación física y psicológica que va más allá de la mera unión física de los cuerpos.

La sexualidad humana comprende tres aspectos fundamentales:

» LA REPRODUCCIÓN

Desde un punto de vista físico - sensorial, la sexualidad incluye la sensualidad, que consiste en la estimulación de los sentidos, y la genitalidad, que supone la estimulación de los órganos genitales. La continuidad y supervivencia de las especies requiere que se generen nuevos seres a partir de los ya existentes.

El ser humano se reproduce sexualmente mediante la fecundación, proceso consistente en la unión de dos gametos, espermatozoide y óvulo, uno de cada progenitor. La fecundación determina la formación del zigoto o huevo fecundado que, tras un desarrollo embrionario, dará lugar a un nuevo ser. El sexo de un niño es determinado a través de los cromosomas en el momento de la concepción. Durante el desarrollo fetal las glándulas sexuales, ovarios y testículos, segregan hormonas sexuales masculinas o femeninas, las cuales controlan el desarrollo de los órganos sexuales.

El ciclo menstrual posibilita que la mujer pueda quedar embarazada en cualquier mes, ya que cada mes el ovario libera un óvulo. Sin embargo, la utilización de anticonceptivos permite a la pareja la decisión de tener hijos o no y el momento en el que desean que ello ocurra. Entonces, la sexualidad puede plantearse independientemente de la función reproductora o asociada a ella.

» EL DESEO DE PLACER SEXUAL

Comúnmente, el deseo sexual es designado como libido, apetito sexual, excitación, pulsión, ansia, lujuria, pasión… y puede considerarse como la sensación de carencia, de necesidad de llevar la iniciativa en el contacto sexual o de ser receptivo ante los acercamientos del compañero.

Se trata, en suma, de la búsqueda del placer erótico.

El deseo es determinado por innumerables factores, tanto internos -tales como la fantasía, las vivencias, la educación y la personalidad del individuo - como externos - el entorno, las costumbres culturales y todos aquellos estímulos que inciden en el individuo en un instante determinado: una mirada, un olor, una canción, la visión de un cuerpo desnudo, una caricia...

Si estos estímulos son interpretados eróticamente por la persona que los recibe, se produce el despertar del deseo. Sin embargo, el interés sexual se encuentra sometido en buena medida a las fluctuaciones de las hormonas sexuales, entre las que destaca la testosterona, hormona masculina segregada tanto por los ovarios como por las glándulas suprarrenales que activa los circuitos cerebrales de los que dependen el deseo, el placer y el comportamiento sexual de hombres y mujeres.

También son fundamentales la hormona femenina llamada estradiol y neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. El deseo en el hombre suele ser más intenso y se satisface con mayor facilidad, mientras que en la mujer es más lento en despertar y depende además del ciclo menstrual.

El deseo puede dar paso a la excitación, etapa en la que el cuerpo del hombre y el de la mujer reaccionan de forma similar: el sistema nervioso envía impulsos a determinados centros del cerebro, lo que da lugar a algunos cambios en el cuerpo, tales como el aumento de la presión sanguínea, la aceleración del pulso y de la respiración, el envío de sangre a los genitales y el aumento de la sensibilidad de la piel. La duración de estas transformaciones depende de las características del individuo, y suele ser más prolongada en la mujer.

La excitación varía según la intensidad del deseo y la eficacia de las caricias, pero para mantener una excitación creciente hay que estimular las zonas erógenas durante el tiempo necesario. Tras la fase de excitación, si la estimulación continúa, la relación sexual atraviesa otras etapas acompañadas de sus consecuentes cambios fisiológicos, de forma que el cuerpo acumula una tensión que es liberada finalmente a través del orgasmo, momento en el que se experimenta el máximo clímax. Finalmente el organismo recupera progresivamente su aspecto y ritmo habitual.

Se experimenta una sensación física y psicológica de calma, y el momento puede ser aprovechado para expresar la ternura y el cariño hacia la pareja, pues se trata de una situación íntima, de alegría y confianza mutua.

» LA COMUNICACIÓN DEL AFECTO

La forma en que se manifiesta la sexualidad humana se debe principalmente al desarrollo del cerebro y a la educación. Desde este punto de vista el órgano sexual más importante es el cerebro.

Mientras la sexualidad animal es más instintiva, la sexualidad en los humanos es una forma de comunicación, de expresión de los sentimientos afectivos, una tendencia a buscar la fusión física y psíquica con otra persona. Desde el punto de vista físico, la relación sexual supone un acercamiento muy intenso, pues con ella se ponen en marcha todos los sentidos, que actúan como canales de comunicación: el tacto, la vista, el gusto, el olfato y el oído transmiten sensaciones placenteras que crean un clima especial de proximidad que no es alcanzado en otras situaciones.

Desde el punto de vista emocional, la relación sexual, al reunir a dos individuos en el acto común de la cópula, fortalece la unión de la pareja, favorece la intimidad entre los compañeros y proporciona placer y autoestima a ambos.

Sin embargo, el sexo puede dar lugar a efectos negativos:
- si la persona no lo incluye en su sistema de valores o utiliza una escala de valores negativa,
- si se tiene relaciones sexuales con alguien diferente al compañero o con parejas eventuales,
- si no se asume las responsabilidades que conlleva una relación sexual.

Todo ello puede generar conflictos, sentimientos de culpabilidad y malestar. La sexualidad forma parte de las relaciones humanas, las enriquece y es una fuente de placer, pero para poder vivirla satisfactoriamente es preciso:
- conocer el funcionamiento del propio cuerpo y el del compañero,
- estar libre de conflictos educacionales y psicológicos que impidan el placer,
-
aceptar y respetar a la pareja,
-
tomar las precauciones necesarias para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.
Las experiencias sexuales pueden resultar enormemente gratificantes, especialmente si se realizan como forma de expresión del afecto y de los sentimientos de la pareja.
La sexualidad ejercida asi, es el vehículo supremo de comunicación entre dos seres humanos.

»LAS ANTIGUAS CIVILIZACIONES

La sexualidad ha tenido un papel gravitante en las sociedades humanas, ya sea por estar presente en muchos de sus actos o por la represión que se ejercía sobre ella. En Mesopotamia se rendía culto a Astarté, diosa protectora de la sexualidad, a la que las mujeres jóvenes ofrecían su virginidad entregándose a un extraño en el templo.

Posteriormente en Grecia se adoraba a Afrodita, en cuyo honor se realizaban ritos de amor y fecundidad. Éstas y otras manifestaciones cuya finalidad era la unión del sexo y lo sagrado, simbolizaban el vínculo del hombre con la naturaleza y con los dioses.
Pero además suponían una forma de mantener o incrementar los bienes familiares, algo que se refleja por ejemplo en los antiguos matrimonios: en Babilonia, Grecia y Roma se estableció firmemente la norma de intercambiar regalos o entregar a la hija una dote para contribuir a su seguridad durante el matrimonio.

La mujer comenzó a ser una mercancía de intercambio, al tiempo que se instituyó la familia como algo sagrado y el matrimonio se convirtió en un ritual.

Así, en el antiguo Egipto, se consolidó la costumbre de que el heredero del trono debía casarse con su hermana para ser considerado rey legítimo; en el fondo, el objetivo era la protección de su patrimonio y el poder familiar. En Babilonia se castigaba cruelmente el adulterio de la mujer, a la que se arrojaba al río junto con su amante, o bien se le cortaba a ella la nariz y él era castrado. En Babilonia y también en Israel, la finalidad del matrimonio era la procreación y el mantenimiento del poder del clan.

En el siglo V a. C. en Grecia, la construcción de las ciudades y el desarrollo de las actividades artesanales y comerciales dio lugar a que el hombre comenzara a perder el contacto con la naturaleza y se dedicara al ocio y al arte, por lo que la sexualidad empezó a perder su sentido profundo y se realizaron múltiples orgías que suponían simplemente una liberación personal.

Se sustituyó el culto de Afrodita por el de Dioniso, dios del vino, y se creó al dios Apolo, caracterizado por su sabiduría y tendencia a la moderación del instinto; con ello se intentaba lograr un equilibrio entre ambos extremos. Sin embargo, la tarea de la mujer de Atenas era exclusivamente la de perpetuar la raza y ocuparse de los hijos, mientras los hombres recurrían a las hetairas para saciar sus impulsos sexuales e intercambiar ideas sobre cultura y arte, pues se trataba de cortesanas que no sólo vendían su cuerpo, sino también su encanto, conocimientos y amistad.

Además, la práctica de la homosexualidad masculina era algo muy extendido, pues se consideraba como una búsqueda de la belleza y del amor.

En cambio, en Roma, en los tiempos de la República, aún se mantenía la estructura de familia patriarcal y el respeto a la religión. Pero con la corrupción de la clase dirigente y las guerras coloniales a las que debía hacer frente el Imperio para mantener unidos a pueblos tan diversos, la unidad familiar se rompe y el panorama cambia por completo.

La mujer se desentiende de los hijos, cuya educación es confiada a una sirvienta o a un esclavo, se extiende el aborto como método anticonceptivo y se recurre al sexo y a la lujuria para la realización personal, tanto masculina como femenina, puesto que la obtención de placer era el valor dominante al que se sometía todo lo demás.

El adulterio, preconizado por Ovidio en "El arte de amar", y el divorcio eran aceptados y practicados en numerosas ocasiones. Los excesos, la avidez sexual y el desenfreno caracterizan a la última etapa del Imperio romano, si bien comenzó a surgir una corriente contraria, encabezada por filósofos estoicos y neoplatónicos, que defendía la espiritualidad y unos nuevos principios.

»RELIGIÓN Y REPRESIÓN SEXUAL

Tras las invasiones bárbaras y el declive económico y territorial sufrido por los romanos, triunfa el cristianismo, que impone ideas muy restrictivas en materia sexual. El Antiguo Testamento califica como impuros el adulterio, la fornicación, la prostitución, la sodomía y la homosexualidad.

La monogamia es estricta y el matrimonio indisoluble, al tiempo que se prohíbe tajantemente toda relación extramarital.

La mujer es situada en una posición de inferioridad respecto al hombre y considerada poco más que una esclava del varón, e incluso se llegó a debatir en el concilio de Macón la existencia de alma en la mujer.

Se exalta la castidad como símbolo de pureza y el acto sexual es considerado como algo pecaminoso, incluso dentro del matrimonio; se admite porque es imprescindible para la procreación, considerada como un deber sagrado, pero para conseguir que el placer sea mínimo y evitar la visión del cuerpo desnudo, las mujeres debían ponerse un camisón que poseía a la altura de los genitales un orificio por el que el marido debía introducir el pene.

El mito de Adán y Eva sitúa a la mujer como foco de tentación, hasta el punto que San Pablo llega a afirmar en la Epístola a los Corintios que "...bien le está al hombre el evitar el contacto con la mujer. Sin embargo, por evitar la fornicación, que cada hombre tenga su mujer, y cada mujer su marido. (...) Si no pueden guardar continencia, que se casen. Es mejor casarse que abrasarse."

San Jerónimo considera que cada contacto sexual aleja un poco más del Espíritu Santo y, por otro lado, el papa Gregorio el Grande en el siglo VI indica que el pecado original es hereditario: "El apetito de nuestros padres por la carne es la causa de nuestra vida y por eso somos pecadores".

Para San Agustín, libertino durante su juventud que posteriormente renegó de su pasado, el amor es deleznable, infernal, podredumbre y pus. La renuncia al placer y el sacrificio son obligatorios.

Todo ello da lugar a que se extienda un sentimiento de culpabilidad y malestar entre los cristianos, obligados a avergonzarse de su cuerpo y a la represión de sus instintos naturales.

En el año 711 los árabes invadieron la Península Ibérica y la mayoría de sus habitantes se convirtió al Islam, religión que, si bien toleraba el placer sexual, relegaba de nuevo a la mujer a vivir para el hombre, procurarle satisfacción y cuidar de sus hijos y de su casa. Más aún: se llegaba incluso a considerarla como un instrumento de servidumbre o un simple vegetal. Averroes lo expresa así: "No se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales; su vida transcurre como la de las plantas, al cuidado de los maridos."

Para rebelarse a este sometimiento, la mujer a menudo recurría al adulterio, por lo que se impuso entonces un drástico remedio, la extirpación del clítoris, con la finalidad de evitar que obtuviera placer con la relación sexual. Esta práctica se sigue realizando en la actualidad en algunos países islámicos cuando la mujer cumple nueve años.

Pero hacia el siglo XI ya todo era diferente en España, se produjo una relajación de las costumbres y la sociedad era más tolerante y permisiva en materia sexual. Sin embargo, con la caída del califato, los beréberes impusieron una estricta moral y una intensa vigilancia llevada a cabo por censores para evitar todo contacto entre hombres y mujeres que pudiera predisponer a la "fornicación".

Durante la Edad Media, a pesar de las intensas creencias religiosas y del gran poder del clero, existe cierta promiscuidad y el sexo impregna muchas actividades de la vida cotidiana. Se trataba de una válvula de escape, un desahogo ante una vida corta y sin comodidades, sometida a continuas guerras, hambre y epidemias.

Sin embargo, por ser un largo período, encontramos en la Edad Media muy diversas costumbres y prácticas amorosas. Así, por ejemplo, es característico de los siglos XII y XIII el amor cortés, un amor platónico por el que el hombre rendía culto a la mujer de la que se había enamorado; el caballero se empeñaba en ser merecedor de la dama, elevada a una imagen mítica que la hacía inaccesible. Pero este amor sólo podía vivirse fuera del matrimonio, pues no sobreviviría a la rutina diaria, y pronto encontró la oposición de la Iglesia.

También es característico de la Edad Media el uso del cinturón de castidad, invento procedente de Oriente que imponían los maridos a sus mujeres para garantizar la fidelidad durante su ausencia; se trataba de unos pesados hierros con candados que impedían la realización del acto sexual.

Por otro lado, sólo a partir del siglo XVI y a raíz del concilio de Trento, se estableció la obligación de que el matrimonio fuese público y ante un sacerdote. La mujer podía casarse a los doce años, y el hombre a los catorce. Aunque el divorcio estaba prohibido, se admitía como causa de anulación el que alguno de los cónyuges fuera incapaz de la consumación del acto sexual. Además, la Iglesia reguló la frecuencia sexual dentro del matrimonio, de forma que las parejas debían abstenerse cuarenta días antes de Navidad, los ocho posteriores a Pentecostés, los miércoles, viernes y domingos, las fiestas religiosas, los días de ayuno, cinco días antes de la Comunión y uno después: en total, unos ocho meses al año. Ello favoreció el concubinato y la asistencia a prostíbulos.

La homosexualidad femenina se llegó a permitir, a diferencia de la masculina, cuya práctica fue severamente reprimida. En cuanto al aborto y al infanticidio, en muchas ocasiones suponían la condena a muerte de quien los efectuara.

Durante el Renacimiento, la mayor parte de Europa fue sometida a una aún mayor represión sexual, debido a la unión Iglesia -Estado, pero España gozaba de cierta libertad que posteriormente el clero intentó restringir. Además, en esta época comienza a adoptarse un enfoque científico para el estudio de cualquier fenómeno, y la sexualidad no escapa a este análisis, aunque la falta de rigor todavía asoma en multitud de documentos de entonces.

Mientras tanto, la sífilis, importada de América, hizo estragos en el continente europeo y se extendió al resto del mundo. El preservativo se inventó en el siglo XVII, pero su uso no comenzó a divulgarse hasta el siglo siguiente.

En el siglo XVII España y sus colonias americanas se encierran en sí mismas y se aísla de las ideas liberales del extranjero. Impera la incultura, el fanatismo y el desprecio al trabajo, en tanto que la vida sexual se caracteriza por la constante oposición de la Iglesia al placer; contrariamente, surge una especie de doble moral que obliga a la mujer a permanecer fiel mientras el marido adquiere relevancia social si mantiene a mancebas o queridas. Del mismo modo, como la mujer debía llegar virgen al matrimonio, la virginidad se convierte en un valor muy apreciado por los hombres, que incluso llegan a exigirlo por escrito.

»ANTECEDENTES DE LA LIBERACIÓN

La influencia de la Ilustración en el siglo XVIII supone una renovación del pensamiento y la adquisición de nuevos valores en todos los órdenes. No sin ciertas reticencias por parte de algunos sectores, se implanta una nueva visión de la mujer que cuestiona su inferioridad y sumisión al varón en la institución matrimonial, y se le concede el placer de disfrutar de la vida. Se pudo de moda el cortejo a las damas y una mentalidad más abierta en materia sexual.

Ya en el siglo XIX, época del Romanticismo, se produce una exaltación de los sentimientos y una tendencia a la liberalización de las costumbres sexuales. La clase acomodada muestra a sus amantes y queridas sin pudor, el adulterio ya no es penado con la muerte y en 1851 surge un proyecto de Ley de Divorcio. Los burdeles se multiplicaron y las grandes cortesanas triunfaban entre la aristocracia y la realeza, al tiempo que aparecieron nuevas formas de seducción sobre los escenarios, tales como el strip-tease en Nueva York.

»LA REVOLUCIÓN SEXUAL

La revolución industrial, los avances en las comunicaciones y las controvertidas teorías de Freud sobre la sexualidad humana, constituyen factores fundamentales para el inicio de la modificación de las actitudes de la sociedad en materia sexual.

Asimismo, los movimientos juveniles de la década de 1960 y la transformación política y económica del momento, propician la ruptura de la ortodoxia sexual impuesta por la religión a lo largo de los siglos, y se considera que la sexualidad es una función básica del ser humano, algo natural e inherente a él que debe ser disfrutado sin temor ni sentimientos de culpabilidad. Se produce entonces la exaltación del erotismo, del amor libre y de la no represión.

Otro aspecto crucial de esta revolución es el cambio de la situación social de la mujer, debido al surgimiento de planteamientos igualitarios respecto al hombre; ello se traduce en la valoración de su capacidad para asumir nuevas responsabilidades, la no limitación de sus funciones al cuidado del hogar y de los hijos y en su consecuente integración en el mundo laboral. Por otro lado, el desarrollo de los métodos anticonceptivos proporciona a la mujer la posibilidad de disociar acto sexual y procreación y una mayor libertad para entregarse al goce sexual.

Sin embargo, todavía en los años 50 y 60, sociedades tan conservadoras como la norteamericana, quedaron conmocionadas con la aparición de diversos estudios sexológicos, tales como los de Masters y Johnson o el Informe Kinsey, que revelaban, entre otras cosas, el hecho de que en la sociedad se habían extendido ciertas prácticas sexuales como la felación o el sexo anal, prohibidos por la ley en algunos Estados.

A pesar de las reacciones en contra, se implantó de forma progresiva un nuevo concepto de sexualidad y unas actitudes más permisivas al respecto, e incluso cierta promiscuidad en los años 80. Pero la aparición del SIDA como enfermedad de transmisión sexual dio lugar a un nuevo enfoque, tendente a recomendar la adopción de las precauciones necesarias, tales como el uso del preservativo o la realización del acto sexual exclusivamente con una pareja estable.

Así, en la actualidad se observa el inicio de una corriente, hasta el momento minoritaria, caracterizada por el conservadurismo en materia sexual, y prueba de ello son los clubes de castidad que han aparecido en algunos países.

Pero los planteamientos sobre sexualidad varían enormemente en función de las diversas culturas, sociedades y religiones, y aunque en muchos lugares se ha conseguido eliminar la mayoría de los tabúes existentes e implantar una formación en materia sexual, todavía hay países en los que queda un largo camino por recorrer para considerar la sexualidad humana en todas sus dimensiones.

Hoy en día la ignorancia se disfraza de “libertad sexual” cayendo en libertinaje y en un ejercicio irresponsable de la misma. El tener mayor cantidad de encuentros sexuales, no nos hace “expertos” en sexo, la actividad sexual intensa o moderada no está completa sin información.


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Toda la información fue encontrada en Internet, no tengo el nombre de los autores, salvo donde así lo indique explícitamente. Si alguien reconoce la información y al autor original, por favor
avísenme para incluirlo. ¡Gracias!

1 comentario:

Stratego dijo...

Me parece muy buen artículo y bien expresado. Tal vez le interese el Libro virtual Seductiva Mente. La seducción es un juego de la mente. Así que juega con tu mente... y con la de los demás.

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Un saludo